El consejero (Ridley Scott, 2013)

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Cuando te pones a leer críticas y comentarios sobre El consejero (Ridley Scott, 2013) te encuentras con quejas por lo complejo del argumento, lo simple de su historia (un poco en contradicción con lo anterior), lo aburrida que es, o lo poco Ridley Scott que es el propio Ridley Scott desde hace algún tiempo.

Pues ni tanto ni tan calvo. El Ridley Scott de Alien o Blade Runner desapareció para siempre, y pocas expectativas hay de que vuelva; la pausada velocidad de la película tampoco me parece un argumento de peso, ya que mucha gente parece que si no le pones un tipo gritando barbaridades y disparando contra todo lo que se mueva no consiguen mantener la atención, y aunque el ritmo no sea frenético, no me parece tampoco desacertado.

En cuanto al argumento, pues oye mira, es una historia mil veces contada sobre drogas, lo chungos que son los traficantes, y un tipo con dinero que, aunque consciente de la movida en la que se está metiendo, no termina de darse cuenta de hasta qué punto un error suyo o de su entorno le puede causar un problema bastante gordo. No entiendo la complejidad del argumento, si no reside en que a veces se habla de unos tipos que no aparecen en toda la película y a los que se les refiere como “unos tipos” –o similar- sin darles nombres ni rostro. A mí, la verdad es que me hacen un favor porque precisamente lo que me causa problemas es recordar nombres, pero ese es otro tema.

El caso es que, te acabe gustando más o menos, El consejero hay que verla, y no sólo por su reparto -con un Fassbender tremendo, un Javier Bardem  cojonudo como casi siempre y una Cameron Diaz en un registro diferente y que no le queda para nada mal-, sino porque la película tiene ciertas escenas que son brutales, sin más. Ver la escena de sexo más esperpéntica y original de los últimos años no tiene precio; o el momento en el que, por fin aparece uno de “esos tipos” que manejan el bacalao y del que no tenemos nombres, y se pone a recitar la sentencia de muerte más filosófica, cojonuda y casi desconcertante recientemente aparecida en la gran pantalla.

También encontramos unos diálogos bastante interesantes (hay quien critica que los personajes se crean todos filósofos y pensadores) y algún que otro asesinato bastante brutal, pero sin necesidad de caer en el exceso de sangre que parece gustar tanto al público actual.

Además, McCarthy no solo mola cuando te lo encuentras en un libro, sino que hasta ahora, su paso por el cine, me está pareciendo bastante interesante (ya sea a modo de adaptación de sus novelas, en cuyo proceso probablemente ni haya aparecido, lo desconozco por completo; o como guionista en El consejero).

Puntuación: 8/10

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